Mantenemos una agradable conversación con Andrea Antonelli, propietario de la fábrica de pasta del mismo nombre, porque queremos entender cuánta pasión mueve a un productor de pasta, qué impulso lo lleva a revisar su propia producción y a querer renovarse continuamente.
¿Será la necesidad de estar al día o una gran pasión por el oficio de hacer pasta, esa pasión que también transmite un fuerte sentido de tradición?
La respuesta, por supuesto, ya está implícita.
Su marca va acompañada de un número que luego es una fecha, 1987, parece que fue ayer pero ya han pasado más de 35 años. ¿Qué ha cambiado desde que empezaste o, al menos, ha cambiado algo?
¡Yo diría que sí! Mi padre, fundador de la empresa, impulsado por una fuerte vocación por la pasta, se hizo cargo de lo que entonces era un laboratorio, años antes una pequeña explotación ganadera; había una batidora y una envasadora manual. Hoy podemos decir que estamos en una fábrica de pasta muy respetable. Lo que realmente nunca ha cambiado, a pesar de la continua renovación, incluso generacional, es el carácter distintivo de nuestra familia. Nunca hemos cedido a compromisos en detrimento de la pureza de nuestra Pasta.
¿Cuánto afecta el mercado a tu producto? Déjame explicarte mejor, ¿sigues las tendencias o todavía consideras importante posicionarte como un productor cercano a la tradición italiana de elaboración de pasta?
Ambos. Intentaré explicarlo: los datos nos muestran cómo el mercado de la pasta premium está creciendo con fuerza y ??tradicionalmente nuestra Pasta debe ser ante todo buena, quien la come debe experimentar una sensación de placer, un momento que lleva consigo durante el resto del día. Contamos con nuestra propia cadena de suministro certificada, formada por una red de agricultores que cultivan variedades de semillas seleccionadas y certificadas, en base a especificaciones técnicas muy estrictas. El molino, nuestro socio, muele según un esquema específico, para darnos la sémola como la queremos, y luego transformarlo en una pasta de alta pureza. Todo esto nos coloca sin duda en una posición ventajosa ya que no se trata sólo de un modelo de negocio a seguir, sino de una cooperación de intenciones orientada acia la calidad y sostenibilidad de toda la cadena de suministro.
¿Qué buscabas cuando elegiste a Storci como socio tecnológico?
La nuestra es una pasta con un alto valor organoléptico/nutricional, especialmente en cuanto a contenido proteico, y para conseguir determinados resultados es necesario conocer la materia prima y el proceso tecnológico. Nuestro método no deja lugar a la interpretación, necesita tiempos, reglas a seguir y una infinidad de detalles que cuidar, de esto no hay escapatoria, no hay soluciones. Necesitábamos un sistema con alta innovación tecnológica, capaz de adoptar nuestro método de la manera más sensible y brindarnos una calidad superior, donde el bien siempre es lo primero, nuestro principal objetivo. Entonces, después de ver cómo Storci diseña y construye sus sistemas, hablando con Michele Storci y Simone Franchi, me di cuenta de que estaba ante una empresa con espíritu de innovación y mejora continua y, sobre todo, que no deja nada al azar, esta es la ¡Valor añadido real!